El último juicio
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Miguel Ángel escribió en una ocasión: “que una obra de escultura verdadera y pura, por definición, la que está cortada, no fundida o modelada, debe conservar tanto la forma original del bloque de piedra y debe evitar de tal manera las proyecciones y la separación de las partes que ruede cuesta abajo por su propio peso”. Estas palabras reflejan el amor de Miguel Ángel por el mármol de cantera y su veneración por la piedra que constituye el núcleo de la forma de arte que eligió, la escultura. En la escultura del Moisés, el respeto y la comprensión total de sus materiales y de sus propias habilidades se combinan para crear la obra maestra tallada en mármol por un joven de 38 años, en la cumbre de su genio.
Se dice que Miguel Ángel creó un nuevo mundo del arte, un planeta colosal en el que su Moisés era el sumo sacerdote. Ciertamente, en su atrevida energía, produjo resultados estupendos, que los que le siguieron nunca pudieron imitar sin volverse ridículos o grotescos. El Moisés encierra el valor y la pasión del propio Miguel Ángel en un momento en el que luchaba por poder completar la tumba del Papa Julio II. Las continuas batallas libradas con los mortales “menores” fueron una compañía constante en la vida de Miguel Ángel. La lucha por crear la obra que había previsto, a la manera y con el estilo que sentía que le había dado Dios. Es cierto que nunca llegó a completar la tumba del Papa, pero en el Moisés podemos ver una vez más su genio inquieto en juego. La consideraba su obra más importante.
Miguel Ángel Moisés Roma
El Papa Julio II encargó a Miguel Ángel la construcción de su tumba en 1505 y finalmente se terminó en 1545; Julio II murió en 1513[3] El diseño inicial de Miguel Ángel era enorme y requería más de 40 estatuas. La estatua de Moisés se habría colocado en una grada de unos 3,74 metros de altura, frente a una figura de San Pablo[3]: 566 En el diseño final, la estatua de Moisés se sitúa en el centro de la grada inferior.
La traducción al inglés de “El Moisés de Miguel Ángel” de Sigmund Freud también proporciona una descripción básica de la escultura: “El Moisés de Miguel Ángel está representado sentado; su cuerpo mira hacia delante, su cabeza con su poderosa barba mira hacia la izquierda, su pie derecho descansa en el suelo y su pierna izquierda está levantada de manera que sólo los dedos del pie tocan el suelo. Su brazo derecho une las Tablas de la Ley con algo que parece un libro en la palma derecha de su mano con una parte de su barba; su brazo izquierdo está en su regazo”[5].
La representación de un Moisés con cuernos proviene de la descripción del rostro de Moisés como “cornuta” en la traducción de la Vulgata latina del pasaje que se encuentra en el capítulo 34 del Éxodo, concretamente en los versículos 29, 30 y 35, en los que Moisés regresa al pueblo tras recibir los mandamientos por segunda vez[12]. [La Biblia Douay-Rheims traduce la Vulgata como: “Y cuando Moisés bajó del monte Sinaí, tenía en sus manos las dos tablas del testimonio, y no sabía que su rostro estaba cornudo por la conversación del Señor”[13].
Moisés de miguel ángel
Miguel Ángel escribió en una ocasión que “una obra de escultura verdadera y pura, por definición, una obra cortada, no fundida o modelada, debe conservar tanto la forma original del bloque de piedra y debe evitar de tal manera las proyecciones y la separación de las partes que ruede cuesta abajo por su propio peso”. Estas palabras reflejan el amor de Miguel Ángel por el mármol de cantera y su reverencia por la propia piedra que constituye el núcleo de la forma de arte que eligió, la escultura. En la escultura del Moisés, el respeto y la comprensión total de sus materiales y de sus propias habilidades se combinan para crear la obra maestra tallada en mármol por un joven de 38 años, en la cumbre de su genio.
Se dice que Miguel Ángel creó un nuevo mundo del arte, un planeta colosal en el que su Moisés era el sumo sacerdote. Ciertamente, en su atrevida energía, produjo resultados estupendos, que los que le siguieron nunca pudieron imitar sin volverse ridículos o grotescos. El Moisés encierra el valor y la pasión del propio Miguel Ángel en un momento en el que luchaba por poder completar la tumba del Papa Julio II. Las continuas batallas libradas con los mortales “menores” fueron una compañía constante en la vida de Miguel Ángel. La lucha por crear la obra que había previsto, a la manera y con el estilo que sentía que le había dado Dios. Es cierto que nunca llegó a completar la tumba del Papa, pero en el Moisés podemos ver una vez más su genio inquieto en juego. La consideraba su obra más importante.
El moisés de miguel ángel 2021
El escultor recibió el encargo del enorme conjunto escultórico y arquitectónico en 1505, cuando tenía poco más de treinta años, pero no empezó a verse hasta 1542, tras décadas de trabajo y revisiones. Lo que debería haber representado una magnífica prueba del genio de Miguel Ángel se convirtió, en cambio, en la “tragedia del entierro”, como él mismo la llamó.
El Museo Omero cuenta con una copia de un vaciado real tomado de la escultura original, que fue en realidad una de las primeras de las cuarenta previstas en el proyecto original, en ser completada. También fue la única que se utilizó en el monumento final, donde se encuentra en el centro del nivel inferior, rodeada de otras seis estatuas.
Moisés está sentado con la pierna izquierda doblada hacia atrás, con sólo la punta del pie tocando el suelo. Su mano izquierda está apoyada en su regazo, mientras que su brazo derecho sostiene las Tablas de la Ley, que parecen estar a punto de resbalar. Con la mano derecha se retuerce la larga barba. Vasari escribió que está tallado con tal perfección que parece más “el trabajo de un pincel que de un cincel”.
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