El aguador de sevilla comentario

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Las Meninas es un cuadro de 1656 conservado en el Museo del Prado de Madrid, obra de Diego Velázquez, el principal artista del Siglo de Oro español. Su compleja y enigmática composición plantea cuestiones sobre la realidad y la ilusión, y crea una relación incierta entre el espectador y las figuras representadas. Debido a estas complejidades, Las Meninas ha sido una de las obras más analizadas de la pintura occidental.

F. J. Sánchez Cantón cree que el cuadro representa la cámara principal del Alcázar Real de Madrid durante el reinado del rey Felipe IV de España, y presenta varias figuras, la mayoría identificables de la corte española, captadas, según algunos comentaristas, en un momento concreto como si se tratara de una instantánea[b][2] Algunas miran fuera del lienzo hacia el espectador, mientras que otras interactúan entre sí. La infanta Margarita Teresa, de 5 años, está rodeada por su séquito de damas de honor, carabina, guardaespaldas, dos enanos y un perro. Justo detrás de ellos, Velázquez se retrata trabajando en un gran lienzo. Velázquez mira hacia fuera, más allá del espacio pictórico, hacia donde se situaría un espectador del cuadro[3] En el fondo hay un espejo que refleja la parte superior de los cuerpos del rey y la reina. Parecen estar situados fuera del espacio pictórico en una posición similar a la del espectador, aunque algunos estudiosos han especulado que su imagen es un reflejo del cuadro en el que Velázquez aparece trabajando.

A finales de esta semana nos vamos de excursión de cinco días a España para probar las delicias de los paradores españoles, así que he pensado que sería apropiado que mis próximos blogs se centraran en los pintores españoles.      Hoy quiero empezar analizando la conexión entre un famoso pintor español y un héroe de combate inglés.    Quiero explorar la conexión entre el talentoso artista español Velázquez y el gran general británico Arthur Wellesley, el duque de Wellington.

El título de los tres cuadros de Velázquez es El aguador de Sevilla.      Hecompletó estas obras durante el periodo comprendido entre 1618 y 1622.        Los historiadores del arte nos hacen creer que estas obras fueron las más grandes de todas sus pinturas de Sevilla.      Velázquez pintó tres versiones de la obra.    La que se muestra arriba puede verse en la Apsley House de Londres.    Otra versión del cuadro, realizada tres años antes, se encuentra en la Galería Uffizi de Florencia.    La tercera versión de la obra se encuentra en el Museo de Arte Walters de Baltimore.

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En 1623, cuando partió hacia Madrid, se llevó el Vendedor de Agua. Tal vez le resultara útil. Velázquez se dirigía a la capital para pintar al Rey, y si todo iba bien no tendría que volver.  Por suerte, el rey Felipe IV quedó impresionado. Diego iría ascendiendo poco a poco en la Corte española. Pero antes de que todo eso ocurriera, Velázquez tenía un cuadro que vender.

Los “bodegones” fueron la especialidad de Diego en sus primeros años. Son esencialmente escenas humildes de la vida cotidiana. Eran cuadros sobre los pobres, los trabajadores, los vendedores de agua. Estos bodegones ni siquiera eran considerados arte por algunos, pero a Diego no le importaba lo que la burguesía pensara de sus cuadros. Tenía demasiado talento para caer en esa trampa. Con el tiempo, sus bodegones se convirtieron en arte. ¿Adivina quién ganó ese asalto?

Don Juan Fonseca y Figueroa era un hombre de la iglesia, un hijo de Sevilla. Había conocido al padre y al maestro de Velázquez. Había visto al joven artista formarse. Así que cuando se enteró de que Diego venía a Madrid, se aseguró de que se quedara con él. Los hermanos sevillanos tienen que ayudarse mutuamente, ¿no?

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Charles Blanc”…Manet fue a Madrid a ver la obra de Velázquez y más tarde escribió a su compañero pintor, Henri Fantin-Latour: Esta es la pieza de pintura más asombrosa que jamás se haya hecho. El fondo desaparece. Es el aire el que rodea al personaje”. 5 de 8

Laura Cumming”…es para mí como una de las figuras de “Las Meninas” – el sirviente en el borde lejano junto a la ventana, la única persona en esa obra maestra de la que no se sabe nada, cuya historia nunca se cuenta y que es todo menos un borrón pintado, desapareciendo en las sombras”. 6 de 8

Laura Cumming “Comparado con Velázquez, el colorido de Tiziano parece convencional, el de Rembrandt fantasioso y el de Rubens infectado con una pizca de manierismo antinatural. Francis Bacon: “Uno quiere hacer esto de caminar por el borde del precipicio, y en Velázquez es muy, muy extraordinario que haya sido capaz de mantenerlo tan cerca de lo que llamamos ilustración y al mismo tiempo desentrañar tan profundamente las cosas más grandes y profundas que el hombre puede sentir”. 8 de 8

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